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Longevidad de cerdas Duroc II

Se han analizado tres situaciones hipotéticas relativas a lo que se ha definido como tipo corporal

La tabla presentada en un artículo anterior (Longevidad de cerdas Duroc I) nos indica que globalmente las causas de eliminación fueron una baja productividad, baja fertilidad, mortalidad y cojeras, por este orden, si bien la distribución de los efectos de estas causas fue diferente según el periodo de vida productiva de la cerda. En este segundo trabajo analizaremos este último fenómeno, a la vez que presentaremos una simulación de la longevidad de tres tipos hipotéticos de cerdas.

Análisis relativo al periodo de la vida productiva de la cerda

La ganancia media diaria durante el testaje tuvo un efecto limitado sobre el riesgo de desecho, ya que sólo influyó en el último periodo de vida productiva de la cerda. Asimismo, las cerdas con una grasa dorsal al final del testaje inferior a 16 mm de espesor tuvieron un mayor riesgo de ser desechadas tras el segundo parto, resultado en línea con el desecho por baja productividad apuntado antes. Este sería por tanto el factor más importante a controlar durante el testaje.

Por otra parte, un crecimiento elevado (por encima de 485 g/día) desde el final del testaje hasta la primera cubrición aumentó el riesgo de desecho en todas las fases de la vida productiva de las cerdas, a la vez que tuvo, como se ha dicho, un efecto similar en todas las causas de desecho. También fue importante el espesor de grasa en el primer parto, ya que las cerdas con un espesor de 15 a 19 mm fueron las que tuvieron un menor riesgo de ser eliminadas posteriormente. Esto es un hecho conocido, ya que las reservas corporales al comienzo de la vida reproductiva son el factor que más influye en la producción posterior de la cerda.

Además, cuando la profundidad del lomo de la cerda fue superior a 50 mm (lo que nos indica un elevado desarrollo muscular), aumentó el riesgo de desecho tras el segundo parto principalmente por baja productividad y mortalidad. Esto confirma observaciones previas que relacionaban un incremento genético del contenido magro con un aumento progresivo de las tasas de desecho y la mortalidad, probablemente relacionadas con un mayor tamaño corporal y con mayores necesidades de mantenimiento.

¿Cómo debe ser la cerda ideal?

Se han analizado tres situaciones hipotéticas relativas a lo que se ha definido como tipo corporal, las cuales se recogen en la tabla siguiente:

Tipo corporal
elevado
Tipo corporal
bajo
Tipo corporal
óptimo
GMDt (g/dia) > 585 < 585 > 585
GDt (mm) > 16 < 16 > 16
GMDc (g/dia) > 485 < 325 < 325
GDp (mm) > 19 < 15 15 – 19
PLp(mm) > 50 < 40 < 40
GMDt y GMDc, ganancia media diaria al finalizar el testaje y tras él, hasta la cubrición.
GDt y GDp, grasa dorsal al finalizar el testaje y al parto.
PLp, profundidad del lomo al parto.

La definición de estos tipos corporales ha permitido predecir que la primera estrategia (tipo corporal elevado) mantendría el desecho por fertilidad bajo control, pero incrementaría el desecho originado por las otras causas (productividad, cojeras y mortalidad). Además el riesgo de causar baja aumentaría con la vida productiva de la cerda. Este aumento del riesgo implica una menor supervivencia (ver figura), así como una muy elevada tasa de reposición (76,6% frente al 56,1% en las cerdas estudiadas).

La segunda estrategia (tipo corporal bajo) aumentaría el desecho por cojeras y por mortalidad, si bien no afectaría a las otras causas. La supervivencia de las cerdas sería un poco superior, siendo la tasa de reposición el 52,3%, menor que la observada.

Finalmente, el tipo óptimo se ha definido para maximizar el crecimiento y la deposición de grasa durante el testaje, para después controlarlos hasta la cubrición (el crecimiento) y mantenerlos en un intervalo óptimo al primer parto. Esta estrategia mejoraría el desecho por baja fertilidad y productividad, a la vez que mantendría controlada la mortalidad, aunque aumentaría (ligeramente) los problemas de cojeras. El riesgo de desecho sería semejante a lo largo de la vida productiva de la cerda. La tasa de reposición asociada sería del 48,8%, mejorando en 7 unidades porcentuales la tasa de reposición observada. Es obvio que las cifras avalan que éste debe ser el formato de cerda a conseguir, utilizando para ello las estrategias genéticas y nutricionales adecuadas.

Como comentario final, señalar que los resultados reseñados se refieren a una población específica de Duroc, si bien bastantes de ellos son coincidentes con observaciones realizadas en otras razas. En cualquiera de los casos, más allá de las cifras concretas, los resultados expuestos sirven para ilustrar cuáles son los factores a controlar para obtener una longevidad óptima en nuestras explotaciones porcinas. Por otra parte, para un sector tan competitivo como el porcino, en el que la producción se basa en cerdas híbridas, sería de sumo interés realizar estudios de este tipo en explotaciones comerciales con distintos niveles de manejo.

Figura 1. Funciones de supervivencia esperadas en diferentes tipos animales (alto , bajo y óptimo ), comparadas con la observada .

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